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lunes, 10 de noviembre de 2014

Susurros Nº 39 - Noviembre 2014

Editorial

La placa de la indignidad nacional

Que en pleno siglo XXI, todavía, haya príncipes y princesas, es una bofetada al progreso de la humanidad, a la sangre derramada por instaurar regímenes democráticos y por sacar a las sociedades de la oscuridad del feudalismo y llevarla a la luz del desarrollo y de la ciencia, pero que, el Alcalde de Cartagena, en una muestra de lambonería monumental, le ofrezca una placa a los príncipes de Gales, en donde se le rinde un homenaje a los miles de ingleses que en 1741,
murieron tratando de invadir la ciudad, es el colmo de la genuflexión y una muestra de la indignidad nacional.

En 1741, 190 barcos ingleses, treinta mil hombres, entre los que se contaban cuatro mil mercenarios norteamericanos, al mando de Lawrence Washington, hermano medio de George, durante tres meses, sitiaron la ciudad de Cartagena, convencidos de que iban a implantar una colonia británica es estas tierras dominadas por los españoles, pero no contaron con la resistencia heroica de un pueblo de negros, indios y españoles que al mando de ese medio hombre que era
Blas de Lezo, llevó a la muerte de más de ocho mil ingleses, y los obligaron a partir en retirada con el rabo entre las patas. De ese gesto de resistencia de negros, indios y españoles, Cartagena, tomó el nombre de “Ciudad Heroica”.

Que bien le cae al Alcalde de Cartagena y a su sequito de lambones, este verso del Tuerto López:

Fuiste heroica en los años coloniales,
cuando tus hijos, águilas caudales,
no eran una caterva de vencejos.

Y sorprende el silencio nacional ante este acto de indignidad protagonizado por las autoridades de Cartagena.

Susurros No 38 - Septiembre de 2014

Susurros Nº 38
Editorial

Avanzan en la Habana las negociaciones entre el gobierno y las FARC. Como nunca antes, se vislumbra una solución política al largo conflicto interno vivido en Colombia, es un proceso complejo que está rodeado de grandes y poderosos enemigos, los que se han beneficiado de tantos años de guerra, los que han desplazado sus alambradas, sacando a la fuerza a sus vecinos, los que han aumentado su patrimonio a la sombra del conflicto. También están las víctimas, los trabajadores y campesinos que han padecido todos estos años de represión, de violencia, de asesinatos, de desplazamientos y quienes cansados de tanta barbarie, quieren y apoyan la firma de un acuerdo que le ponga fin al conflicto.

Amplios sectores de la sociedad se han movilizado apoyando estos diálogos. Los campesinos, los estudiantes, los obreros, las mujeres, las víctimas, se han expresado y manifestado sus propuestas alrededor de estas negociaciones, que sin dudas, si se llegan a concretar, le cambiarán la cara al país.

Los intelectuales, con algunas excepciones, han brillado por su ausencia, parece que este momento histórico que vive el país no tuviera ninguna relación con ellos, es necesaria la construcción de un movimiento cultural amplio, incluyente, que sea los ojos, los oídos y las voces de nuestra realidad y que se una a los otros movimientos sociales que hoy luchan en Colombia contra la iniquidad, la desigualdad social, la explotación de nuestro patrimonio cultural, biológico,
natural y sobre todo, se requiere de una intelectualidad que sea factor importante en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación.

Los intelectuales colombianos no pueden ser simples espectadores de este proceso que avanza, deben ser actores fundamentales, por eso, es necesario, que su voz también se escuche en la Habana.