Los vecinos nunca sospechan la verdad
Oscar Collazos (Cuento - 1974)
Es verdad: los vecinos nunca sospechan la verdad: se encierran en sus conciliábulos, son herméticos en sus conjeturas, carecen de imaginación, no van más allá de los detalles ni se detienen en las sospechas. Los vecinos son, por naturaleza, torpes. Hacen daño o causan beneficios irrisorios sin llegar a ser inofensivos. Casi siempre la prudencia es una de sus virtudes: cuando salgo de casa quieren decirme (o hacerme caer en cuenta) que hablan de mí, que sus voces bajas tengo que oírlas y de ahí sus gestos grandilocuentes, sus dedos índices visibles, sus bocas torcidas de desprecio, sus espaldas dándome a la cara. En verdad: los vecinos no tienen la menor idea de la clandestinidad, de la conspiración, de las sutilezas o la inteligencia creadora, son, este, son —cómo decirlo—, son casi siempre como cacatúas alborotadas, hasta el momento de prender los noticieros de la tele, de darse a la tarea de hablar más alto que el locutor y de anunciar en coro los mismos productos de belleza. Los vecinos: es verdad, son impacientes, quieren darlo todo en un segundo, no entienden de sobreentendidos, son evidentes, literales, como un texto de lectura, son: despreciablemente ingenuos y es así como, en el momento monos pensado, son incapaces de calcular qué pasa en el segundo piso, por qué este ruido de disparos penetra por algún lugar del edificio y lo llena de ecos extrañísimos, por qué estos gritos desgarrados, por qué esta fuga de tres hombres en uniforme que han venido en la mañana a perturbar mi casa, a escarbarla sin ninguna prudencia. Los vecinos, siempre lo dije, no pueden llegar a sospechar del momento en que muera abatido por doce disparos de pistola, ahogado en mi propia sangre y en mis gritos. Los vecinos, es verdad, no pueden entenderlo, menos el momento en que en el segundo piso alguien grita «me matan» y un silencio ignominioso presagia el nacimiento de un nuevo terror. Es entonces cuando son incapaces de salir a la calle (miran, celosamente, detrás de las persianas, detrás de las hendijas de alguna puerta desvencijada, detrás de alguna celosía que se abrió para espiar los pecados de la calle, los adulterios de enseguida, las borracheras de-al-lado, las palizas del ferroviario, los deslices de la adolescente que cursa tercer año de comercio y mecanografía), los vecinos: es verdad, nunca podrán medir la dimensión del crimen del segundo piso ni sacar de la noticia leída algo más allá de ese texto que dice: «Misteriosamente muerto un joven de veinte años en su residencia del barrio San Antonio de la ciudad de Cali cuando ingería licores
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viernes, 26 de junio de 2015
miércoles, 1 de abril de 2015
Revista Susurros Nº 41
La Habana, el arte y la cultura
El pueblo colombiano, sigue con mucha expectativa y con gran esperanza, los diálogos que se desarrollan en la Habana, Cuba, entre una delegación de gobierno nacional y representantes de las FARC-EP, en la búsqueda de ponerle fin al largo conflicto armado que ha vivido Colombia en los últimos 60 años.
Diferentes delegaciones, en representación de los más variados sectores de la población víctimas de ese conflicto, han pasado por la mesa de negociación, invitados por las dos partes en diálogo, para que expongan sus visiones y propuestas de soluciones, que se aplicarán en la etapa que sigue y que se ha dado en llamar, el post-acuerdo.
Sin embargo, el sector del arte y la cultura ha brillado por su ausencia en estos importantes diálogos. Desconocen las dos partes en negociación, el gran número de escritores, poetas, pintores, artistas, pensadores, etc., que han sido asesinados por pensar diferente, o que tuvieron que salir del país para proteger sus vidas, antes las amenazas de los diferentes actores del conflicto.
Es necesario pues, que el tema del arte y la cultura, se agende como un punto importante en la mesa de negociación, si pretendemos construir escenarios abiertos, polifónicos y democráticos, donde hombres y mujeres artistas, creadores y pensadores, se vinculen a los procesos de construcción de la paz con justicia social, como actores fundamentales en el período del post-acuerdo y que no solo sean tenidos en cuenta como elementos decorativos de los escenarios donde se publicitarán los acuerdos logrados.
El pueblo colombiano, sigue con mucha expectativa y con gran esperanza, los diálogos que se desarrollan en la Habana, Cuba, entre una delegación de gobierno nacional y representantes de las FARC-EP, en la búsqueda de ponerle fin al largo conflicto armado que ha vivido Colombia en los últimos 60 años.
Diferentes delegaciones, en representación de los más variados sectores de la población víctimas de ese conflicto, han pasado por la mesa de negociación, invitados por las dos partes en diálogo, para que expongan sus visiones y propuestas de soluciones, que se aplicarán en la etapa que sigue y que se ha dado en llamar, el post-acuerdo.
Sin embargo, el sector del arte y la cultura ha brillado por su ausencia en estos importantes diálogos. Desconocen las dos partes en negociación, el gran número de escritores, poetas, pintores, artistas, pensadores, etc., que han sido asesinados por pensar diferente, o que tuvieron que salir del país para proteger sus vidas, antes las amenazas de los diferentes actores del conflicto.
Es necesario pues, que el tema del arte y la cultura, se agende como un punto importante en la mesa de negociación, si pretendemos construir escenarios abiertos, polifónicos y democráticos, donde hombres y mujeres artistas, creadores y pensadores, se vinculen a los procesos de construcción de la paz con justicia social, como actores fundamentales en el período del post-acuerdo y que no solo sean tenidos en cuenta como elementos decorativos de los escenarios donde se publicitarán los acuerdos logrados.
domingo, 8 de febrero de 2015
Revista Susurros Nº 40
Falleció Helena Araujo, escritora colombo suiza
Ella cruzó el quicio que todos los seres vivientes pasamos para encontrar el silencio vacío de la eternidad en el día de ayer, en Lusana, Suiza. Hace parte de las primeras mujeres que enfrentaron con seriedad y tesón la tarea de hilvanar deseos, frustraciones y sueños zurcidos con palabras. Nos legó una obra significativa que ya tiene su propio espacio en la literatura colombiana; iniciando en 1 970 con La “M” de Las Moscas, Signos y Mensajes, en 1 976; Fiesta en Teusaquillo, en 1 981 ; La Scherezada Criolla, 1 989; Ardores y Furores, 2003; Las Cuitas de Carlota 2007; Esposa Fugada Y Otros Cuentos Viajeros, 2009. Su obra ha sido traducida al inglés, al francés y al alemán.
Nació el 20 de enero de 1 934, en Bogotá. Hija de Alfonso Araújo García y Emma Ortiz Márquez. Tuvo una infancia trasterrada por varios países, entre los que se encuentran Brasil y EE.UU., consecuencia de que su padre era diplomático. A la edad de 1 5 años terminó su secundaria en Washington en La Immaculata High School, luego inicia sus estudios universitarios en la universidad de Maryland, 1 949, para continuar en la Universidad Nacional de Colombia. Contrajo matrimonio con Pierre Albrecht de Martini, unión de la cual nacieron cuatro hijas: Priscilia, Giselle, Nicole y Joselyne, con quienes viajó a Suiza en 1 971 , instalándose en Lausana. Fue profesora universitaria en la Universidad Popular de Lusana donde enseñó literatura y cultura latinoamericana, tema que le permitió participar en Europa en distintos seminarios y publicar en revistas especializadas. Fue una amiga de Vericuetos y colaboradora ocasional, publicada en francés. Ahora recuerdo La Blessure en el número 5.
En reconocimiento a su obra literaria recibió el premio Platero de las Naciones Unidas; la Alcadía de Lusana y la Embajada de Colombia en Berna, le hicieron un homenaje; la Comisión Presidencial de Colombia por la Igualdad de la mujer hizo lo mismo en el 2009.
En una ocasión que la visité en Suiza, hablando de muchas cosas, me planteaba que sentía cierta discriminación por parte de algunos colegas colombianos, por el hecho de ser una escritora. Poetas y escritoras, siempre que tiene contratiempos en los quehaceres literarios, caen en la manía de achacar todas su penurias a la discriminación de género. Como esto no tiene asidero, le planteé los enojos desde una visión irónica que tengo del problema, empezando porque los escritores colombianos no se leen entre sí, ni mucho menos aplauden la buena obra ajena, sino que se montan guardia pretoriana para vigilarse; además, porque viven en capillas para incensarse en misa mayor, entonces no tienen espacio para el otro. También porque a veces se respira cierto tufillo de resistencia al escritor ahasvero, por aquello de los celos que producen las innovaciones de las letras trasterradas. Manifestó su acuerdo agregando anécdotas bogotanas y de las otras. Luego nuestra conversación viró sobre la novela Carretera al Mar, y el libro de cuentos Dos Lucas Tres Gambas del escritor Tulio Bayer, comprometiéndome a enviarle los dos textos, asunto que nunca cumplí porque para ese entonces no existían en parte alguna. Concluía que serían los efectos de que el autor fue el primer exiliado político en París del actual conflicto colombiano.
Helena, sinceramente hablando, era una mujer de cualidades, que considero oportuno no hablar de ellas, sino presentarles a sus familiares mi más profundo sentimiento de condolencia, porque su conciencia ha dejado de existir.
Efer Arocha , París, febrero 3 de 201 5
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